Autora: Teresa Flores – Vecina

Nos levantamos con olor a mierda, comemos con olor a mierda, celebramos cumpleaños con olor a mierda, nos dormimos con olor a mierda, tenemos una vida de mierda” Así es el día a día de los vecinos de la Villa Bicentenario, una comunidad que lleva años soportando los malos olores que emanan de la planta de tratamiento de aguas servidas ubicada en el sector de la Islita. Un problema que no es nuevo, pero que parece haberse normalizado, como si vivir entre hedores fuese el precio que deben pagar por tener un techo.

La Villa Bicentenario, inaugurada el 21 de mayo de 2011 en el sector de La Islita, Isla de Maipo, fue presentada como el proyecto habitacional más grande del país en su momento, entregando viviendas a 1.142 familias que anhelaban la casa propia. Sin embargo, lo que prometía ser un hogar digno se convirtió rápidamente en una pesadilla. Desde sus inicios, los vecinos han denunciado los malos olores que provienen de la planta de tratamiento operada por la Cooperativa de Aguas Santa Margarita. A pesar de las múltiples quejas y reclamos, el problema persiste, evidenciando una falta de fiscalización rigurosa por parte de las autoridades.

Hace 4 años, en abril de 2021, la Superintendencia del Medio Ambiente formuló seis cargos contra la cooperativa responsable de la planta debido a los olores molestos que afectan la calidad de vida de la comunidad y, aunque se han anunciado proyectos de mejoramiento de la planta, como la licitación pública adjudicada en 2022, los avances han sido lentos, las inspecciones laxas y los malos olores persisten.

¿Cómo es posible que una comunidad entera tenga que vivir en estas condiciones? ¿Acaso porque son familias de bajos recursos se asume que deben soportar lo inaguantable? La situación de la Villa Bicentenario no es solo un tema de malos olores; es un tema de derechos humanos básicos. El acceso a un ambiente libre de contaminación es un derecho, no un privilegio. Sin embargo, aquí estamos, años después, con los mismos problemas y las mismas promesas incumplidas. Las autoridades locales y nacionales han fallado en su deber de proteger a la comunidad, permitiendo que este problema se arrastre por más de una década.

Es hora de que alguien asuma responsabilidades. La Cooperativa de Aguas Santa Margarita debe ser fiscalizada de manera rigurosa y obligada a implementar soluciones definitivas. El municipio de Isla de Maipo no puede seguir evadiendo su rol en esta crisis, y el gobierno central debe intervenir para garantizar que se tomen las medidas necesarias para dar una solución definitiva.

Los vecinos y vecinas de la Villa Bicentenario no piden lujos, piden lo mínimo: poder respirar aire limpio en sus propias casas. Es una demanda justa, humana y urgente. Ya basta de normalizar lo anormal ¡Ya basta de vivir una vida de mierda!


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Antecedentes

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